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lunes, 27 de junio de 2011

¿Qué es la justificación por la fe?

El tema de la justificación por la fe siempre resulta ser de lo más engorroso, aburrido, complicado e inentendible. El plan maestro de Satanás es que nosotros comprendamos las cosas de esa manera, y oscurecer la luz que proviene del Santuario Celestial, lugar donde nuestro Amado está llevando a cabo la obra de limpieza por nuestros pecados.

En los artículos anteriores presentamos este gran tema desde distintas perspectivas; hoy iremos directamente al grano, respondiendo a la pregunta del blog, ¿que es la justificación por la fe? ¿Por qué es tan necesario que entendamos este punto?

"Nosotros judíos de nacimiento y no pecadores de entre los gentiles, sabemos que el hombre no es justificado por las obras de la Ley, sino por la fe en Jesucristo. Así, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe en Cristo, y no por las obras de la Ley; porque por las obras de la Ley ninguno será justificado." (Gálatas 3: 15-16)

 ¿Qué quiere decir justificado?

"El significado de la palabra "justificado" es "hecho justo". Deriva del latín justitia. Ser justo es ser recto. A eso le añadimos la terminación ficar, también del latín, significando "hacer". Magnificar: hacer grande. Dignificar: hacer digo, etc. Justificar: hacer justo.
En ocasiones aplicamos el término "justificar" al que es inocente de un hecho del que es acusado sin causa. Pero el tal no necesita justificación, puesto que es ya justo. Ahora bien, dado que "todos pecaron", no hay ninguno justo –o recto– ante Dios. Por lo tanto, todos necesitan ser justificados, o hechos justos."
(Las Buenas Nuevas E. J. Waggoner)

Veamos los siguientes versículos:

"Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador,  y su amor para con los hombre nos salvó,  no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho,  sino por su misericordia,  por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia,  viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna." (Tito 3: 4-7)

"Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre,  por él seremos salvos de la ira." (Romanos 5:8-9)

"¿Dónde,  pues,  está la jactancia?  Queda excluida.  ¿Por cuál ley?  ¿Por la de las obras?  No,  sino por la ley de la fe. Concluimos,  pues,  que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley." (Romanos 3:27-28)

"Pero al que obra,  no se le cuenta el salario como gracia,  sino como deuda; mas al que no obra,  sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia." (Rmonanos 4:4-5)

"Y si por gracia,  ya no es por obras;  de otra manera la gracia ya no es gracia.  Y si por obras,  ya no es gracia;  de otra manera la obra ya no es obra." (Romanos 11:6)

"Nosotros, judíos de nacimiento,  y no pecadores de entre los gentiles, sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley,  sino por la fe de Jesucristo,  nosotros también hemos creído en Jesucristo,  para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley,  por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado." (Gálatas 2:15-16)

"Y lo llevó fuera,  y le dijo:  Mira ahora los cielos,  y cuenta las estrellas,  si las puedes contar. Y le dijo:  Así será tu descendencia. Y creyó a Jehová,  y le fue contado por justicia." (Génesis 15:5-6)

"Y ciertamente,  aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús,  mi Señor,  por amor del cual lo he perdido todo,  y lo tengo por basura,  para ganar a Cristo,
 y ser hallado en él,  no teniendo mi propia justicia,  que es por la ley,  sino la que es por la fe de Cristo la justicia que es de Dios por la fe;" (Filipenses 3:8-9)

"Y él le dijo:  Hija,  tu fe te ha salvado;  ve en paz." (Lucas 8:48)

"diciendo:  ¿Qué quieres que te haga?  Y él dijo:  Señor,  que reciba la vista.
 Jesús le dijo:  Recíbela,  tu fe te ha salvado." (Lucas 18:41-42)

"Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe,  como está escrito:  Mas el justo por la fe vivirá." (Rom. 1:17) 

 "Así Abraham creyó a Dios,  y le fue contado por justicia. Sabed,  por tanto,  que los que son de fe,  éstos son hijos de Abraham.
 Y la Escritura,  previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles,  dio de antemano la buena nueva a Abraham,  diciendo:  En ti serán benditas todas las naciones. De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham.
 Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición,  pues escrito está:  Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley,  para hacerlas.
 Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios,  es evidente,  porque:  El justo por la fe vivirá;
 y la ley no es de fe,  sino que dice:  El que hiciere estas cosas vivirá por ellas
."(Gál. 3:6-12)

 ¿Qué debo comprender para ser justificado?

"Cuando el pecador, penitente, contrito delante de Dios, comprende el sacrificio de Cristo en su favor y acepta este sacrificio como su única esperanza en esta vida y en la vida futura, sus pecados son perdonados.  Esto es justificación por la fe."
(Fe y obras. E.G.W p.107)
                                                                                                                                                                   
"¿Y qué es creer?  Es aceptar plenamente que Jesucristo murió como nuestro sacrificio; que El se hizo maldición por nosotros, que tomó nuestros pecados sobre sí mismo, y nos imputó su propia justicia.  Por eso reclamamos esta justicia de Cristo, creemos en ella, y es nuestra justicia.  El es nuestro Salvador.  Nos salva porque dijo que lo haría. ¿Hemos de participar en todas las discusiones en cuanto a cómo puede salvarnos? ¿Tenemos en nosotros mismos la bondad que nos hará mejores y que nos limpiará de las manchas y las tachas del pecado, habilitándonos entonces para acudir a Dios?  Nosotros simplemente no podemos hacerlo."  (E.G.W Fe y obras p.70)


"Debemos aprender en la escuela de Cristo.  Sólo su justicia puede darnos derecho a una de las bendiciones del pacto de la gracia.  Durante mucho tiempo hemos deseado y procurado obtener esas bendiciones, pero no las hemos recibido porque hemos fomentado la idea de que podríamos hacer algo para hacernos dignos de ellas.  No hemos apartado la vista de nosotros mismos, creyendo que Jesús es un Salvador viviente.  No debemos pensar que nos salvan nuestra propia gracia y nuestros méritos.  La gracia de Cristo es nuestra única esperanza de salvación.

Miramos a nuestro yo como si tuviéramos poder para salvarnos a nosotros mismos, pero Jesús murió por nosotros porque somos impotentes para hacer eso.  En El están nuestra esperanza, nuestra justificación, nuestra justicia.(...)

Mis hermanos, ¿esperan que sus méritos los recomendarán para recibir el favor de Dios, pensando que deben ser liberados del pecado antes de que confíen en su poder para salvar?  Si esta es la lucha que se efectúa en su mente, temo que no obtengan fortaleza y que al final se desanimen." (E.G.W Fe y obras p.35)

"Si están conscientes de sus pecados, no dediquen todas sus facultades a lamentarse por ellos, sino miren y vivan.  Jesús es nuestro único Salvador, y aunque millones que necesitan ser curados rechacen su misericordia ofrecida, nadie que confía en sus méritos será abandonado para perecer. (...)

Algunos parecen sentir que deben ser puestos a prueba y deben demostrar al Señor que se han reformado, antes de poder demandar sus bendiciones.  Sin embargo, esas queridas almas pueden pedir ahora mismo la bendición.  Deben tener la gracia de Cristo, el Espíritu de Cristo que les ayude en sus debilidades, o no podrán formar un carácter cristiano. Jesús anhela que vayamos a El tal como somos: pecadores, impotentes, desvalidos." (E.G.W Fe y obras p.36,37)


"No podemos hacer nada, absolutamente nada para ganar el favor divino.  No debemos confiar en absoluto en nosotros mismos ni en nuestras buenas obras.  Sin embargo, cuando vamos a Cristo como seres falibles y pecaminosos, podemos hallar descanso en su amor.  Dios acepta a cada uno que acude a El confiando plenamente en los méritos de un Salvador crucificado.  El amor surge en el corazón.  Puede no haber un éxtasis de sentimientos, pero hay una confianza serena y permanente.  Toda carga se hace liviana, pues es fácil el yugo que impone Cristo." (E.G.W Fe y obras p.38)

viernes, 15 de abril de 2011

Lecciones sobre la fe

Al lector del Blog:

Aquí estamos otra vez para compartir un tema tan esencial que cualquier otro conocimiento que esté a nuestro alcance. La semana pasada hemos publicado el primer capítulo del Libro: "Lecciones sobre la fe" escrito por los pioneros E. J. Waggoner y A. T. Jones. Por demás está decirles que se lo recomendamos y si es de su interés pronto estará para su descarga en la página: www.lajusticiadecristo.com 

En esta ocasión, no voy a postear el segundo capítulo de este libro, sino simplemente tocar un tema que explica el mismo de una manera mas resumida. Además de complementar el estudio con algunas citas de la profeta de Dios, Elena G. de Withe.

¿Qué es la fe? ¿Cómo surge? ¿Cómo la puedo ejercitar? 

Sin fe es imposible agradar a Dios. La razón es que "todo lo que no es de fe, es pecado" (Rom. 14:23); y desde luego, el pecado no puede agradar a Dios. (Jones, 1898)

Es probable que cada uno de nosotros hallamos comprendido lo que es la fe mediante una conocida definición establecida en la Biblia: "la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve" (Hebreos 11: 1), pero sin conocer lo que es la fe realmente.

En palabras de Jones: la fe viene "por la palabra de Dios". A ella debemos, pues, acudir.

Cierto día, un centurión vino a Jesús, y le dijo: "Señor, mi criado yace en casa paralítico, gravemente atormentado. Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. Y respondió el centurión, y dijo: Señor, no soy digno de que entres debajo de mi techado; mas solamente di la palabra, y mi criado sanará Y oyendo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe" (Mat. 8:6-10).
Jesús encuentra aquí cierta cualidad que denomina feCuando comprendemos lo que es, hemos hallado la fe. Entender el hecho es entender la fe. No puede haber ninguna duda al respecto, ya que Jesús es "el autor… de la fe", y él mismo dijo que lo manifestado por el centurión era "fe". Efectivamente, una gran fe.
¿Dónde está, pues, la fe? El centurión deseaba la realización de algo. Anhelaba que el Señor lo realizara. Pero cuando el Señor le dijo, "Yo iré" y lo haré, el centurión lo puso a prueba diciendo, "solamente di la palabra", y será hecho.
Ahora, ¿por medio de qué esperó el centurión que la obra se realizara? SOLAMENTE por la palabra. ¿De qué dependió para la curación de su siervo? SOLAMENTE de la palabra.
Y el Señor Jesús afirma que eso es fe. (Jones, 1898)

La fe es esperar que la palabra de Dios cumpla lo que dice, y confiar en que esa palabra cumple lo que dice.

Puesto que eso es fe, y la fe viene por la palabra de Dios, podemos esperar que sea ésta misma la que enseñe que la palabra tiene en sí misma el poder para cumplir lo que dice.
Y así es, efectivamente: la palabra de Dios enseña precisamente eso, y no otra cosa; esa es la "palabra fiel" –la palabra llena de fe.

La mayor parte del primer capítulo de la Biblia, contiene principalmente instrucción sobre la fe. En él encontramos no menos de seis declaraciones que tienen el definido propósito de inculcar la noción de fe; si contamos además lo que implica, en esencia, el primer versículo, en total suman siete.
Leamos, pues, el primer versículo de la Biblia: "En el principio, creó Dios los cielos y la tierra". ¿Cómo los creó? "Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo el ejército de ellos por el espíritu de su boca".
"Porque él dijo, y fue hecho; Él mandó, y existió" (Sal. 33:6-9). Antes de que dijese, no había nada: después que habló, "fue hecho". Fue hecho, solamente mediante la palabra. ¿Qué fue lo que causó la creación? La simple palabra.
Las tinieblas cubrían toda la faz del abismo. Dios quiso que allí hubiese luz. Pero ¿cómo hacer para que hubiese luz allí donde todo eran tinieblas? Habló una vez más: "Y dijo Dios: Sea la luz: y fue la luz". ¿Cómo vino la luz? La misma palabra pronunciada, produjo la luz. "El principio de tus palabras alumbra" (Sal. 119:130).


No había expansión, o firmamento. Dios quiso que lo hubiera. ¿Cómo lo trajo a la existencia? "Dijo Dios: Haya expansión…" Y así fue. El mismo proceso con la tierra, el agua, la vegetación, las lumbreras y los animales. "Y dijo Dios: produzca…" "y fue así".


Es, pues, "por la palabra de Jehová" que todas las cosas fueron creadas. Él dijo la palabra solamente, y fue así: la palabra hablada produjo por sí misma el resultado.
Aquel que ejerce la fe, sabe que la palabra de Dios tiene poder creador, y por lo tanto, es capaz de producir lo que dice. Por consiguiente, puedes tener la certeza –no la suposición– de que el universo fue llamado a la existencia por la palabra de Dios.
Quien ejerce fe puede tener la seguridad de que, si bien antes de que Dios dijese la palabra, ninguna de las cosas que ahora contemplamos era visible, por la sencilla razón de que no existía; sin embargo, al pronunciar la palabra, el universo fue hecho. La palabra causó su ser o existencia.



"En la palabra, de Dios está la energía creadora que llamó los mundos a la existencia.  Esta palabra imparte poderengendra vida.  Cada orden es una promesa; aceptada por la voluntad, recibida en el alma trae consigo la vida del Ser Infinito. . . .
"De igual modo se sostiene la vida así impartida.  El hombre vivirá "de toda palabra que sale de la boca de Dios."
LA FE POR LA CUAL VIVO, p.22

Esa es la diferencia entre la palabra de Dios y la palabra del hombre (Ver 1 Tes. 2: 13). El hombre puede hablar; pero en sus palabras no hay poder para realizar lo expresado por ellas: para que se cumpla lo que ha dicho, hace falta que el hombre añada algo, además de hablar. Tiene que "hacer buena su palabra". No pasa lo mismo con la palabra de Dios. Cuando Dios habla, la cosa ocurre. Y ocurre simplemente porque Él habló, porque Él pronunció la palabra. (Jones, 27 dic. 1898)

Asimismo cuando la palabra de Dios se pronuncia para un tiempo distante, como en las profecías que han de cumplirse cientos de años después, al llegar el momento señalado, esa palabra se cumple. Y no se cumple porque Dios haga algo para cumplirla; sino porque la palabra fue pronunciada para ese momento.


Tal ocurrió en la creación. Y así ocurrió también en la redención: curó a los enfermos, echó fuera demonios, calmó la tempestad, limpió a los leprosos, resucitó a los muertos, perdonó los pecados, todo por su palabra. En todo ello, también "Él dijo, y fue hecho".


"La vida de Dios, que comunica vida al mundo, está en su palabra.  Fue por su palabra como Jesús sanó las enfermedades y echó fuera demonios.  Por su palabra, calmó el mar y resucitó muertos; y la gente dio testimonio de que su palabra tenía poder.  El habló la palabra de Dios como la había hablado a todos los escritores del Antiguo Testamento. Toda la Biblia es una manifestación de Cristo.  Es nuestra única fuente de poder."
OBREROS EVANGÉLICOS, p.263

Es por eso que la fe es el conocer que en la palabra de Dios hay ese poder, es esperar que la misma palabra hará lo dicho por ella, y depender solamente de esa palabra para la realización de lo dicho. 
La fe "es don de Dios" (Efe. 2: 8); y en  las Escrituras está claro que se da a todos: "la medida de fe que Dios repartió a cada uno" (Rom. 12: 3)
La fe viene por la palabra de Dios. Por lo tanto, leemos que "cercana está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe, la cual predicamos" (Rom. 10: 8). De manera que la fe, la palabra de fe, está en la misma boca y corazón de todo hombre.
¡La palabra de Dios es divina! Hay en ella poder. Es "viva y eficaz". Lleva en ella misma el cumplimiento; y confiar en ella y apoyarse en ella, como tal, eso es ejercer fe. ¿Tienes tu fe?

Una vez que entiendo que es la fe y la recibo... ¿Cómo puedo ejercitarla o cultivarla? 

Cultivar la fe consiste en fortalecer, mediante la práctica, la confianza en el poder mismo de la palabra de Dios, para cumplir lo que ella misma pronuncia, y la dependencia de la palabra misma para cumplir lo dicho.
Cómo cultivar tu fe, es más esencial que cualquier otro conocimiento que puedas obtener...
¿Estás cultivando la fe?

"El Salvador les contestó: "¿Esto os escandaliza? ¿Pues qué, si viereis al Hijo del hombre que sube donde estaba primero? El espíritu es el que da vida; la carne nada aprovecha: las palabras que yo os he hablado, son espíritu, y son vida."
La vida de Cristo, que da vida al mundo, está en su palabra. (...) Toda la Biblia es una manifestación de Cristo, y el Salvador deseaba fijar la fe de sus seguidores en la Palabra. Cuando su presencia visible se hubiese retirado, la Palabra sería fuente de poder para ellos. Como su Maestro, habían de vivir "con toda palabra que sale de la boca de Dios."*
Así como nuestra vida física es sostenida por el alimento, nuestra vida espiritual es sostenida por la palabra de Dios. Y cada alma ha de recibir vida de la Palabra de Dios para sí. Como debemos comer por nosotros mismos a fin de recibir alimento, así hemos de recibir la Palabra por nosotros mismos.  No hemos de obtenerla simplemente por medio de otra mente. Debemos estudiar cuidadosamente la Biblia, pidiendo a Dios la ayuda del Espíritu Santo a fin de comprender su Palabra. Debemos tomar un versículo, y concentrar el intelecto en la tarea de discernir el pensamiento que Dios puso en ese versículo para nosotros. Debemos espaciarnos en el pensamiento hasta que venga a ser nuestro y sepamos "lo que dice Jehová.""
DESEADO DE TODAS LAS GENTES, p.354-355

"La Biblia es la voz de Dios hablándonos tan ciertamente como si pudiéramos oírlo con nuestros oídos.  La palabra del Dios viviente no está sólo escrita, sino que es hablada. ¿Recibimos la Biblia como el oráculo de Dios?  Si nos diésemos cuenta de la importancia de esta Palabra, ¡con qué respeto la abriríamos, y con qué fervor escudriñaríamos sus preceptos!  La lectura y la contemplación de las Escrituras serían consideradas como una audiencia con el Altísimo.
La Palabra de Dios es un mensaje que debemos obedecer, un volumen para consultar a menudo y con cuidado, y con un espíritu deseoso de asimilar las verdades escritas para la admonición de aquellos a quienes han alcanzado los fines de los siglos.  No debe ser descuidado en favor de cualquier otro libro.  Si no seguimos los caminos de Dios necesitamos convertirnos.  Si practicamos su Palabra esto originará una influencia elevadora en nuestra vida mental, moral y física. . . Cuando abramos la Biblia comparemos nuestras vidas con sus requerimientos, midiendo nuestro carácter con la gran norma moral de justicia" (Manuscrito 30a, 1896).
EN LUGARES CELESTIALES, p.134 

Como habrás visto, decidí mostrate este gran tema no con mis palabras, ni expresando mi voluntad.. sino  explicarlo por medio de la palabra de Dios a través de sus profetas. Es mi deseo que puedas entenderlo y reflexionar nuevamente que cuando tomas tu Biblia, no tomas un simple libro, sino "la voz de Dios" tal cual la hubiésemos oído al instante. Es la palabra hablada, tiene poder para cumplir lo que dice, y es vida; solo debes tener la certeza, la seguridad de que esa palabra cumple lo dicho por ella y depender solo de esa palabra. ¡¡Bendiciones y un Feliz Sábado mi hermano!!


viernes, 8 de abril de 2011

Viviendo por la fe

E.J. Waggoner
"El justo vivirá por la fe" (Rom. 1:17).

Esa declaración es el resumen de lo que el apóstol desea explicar acerca del evangelio. El evangelio es poder de Dios para salvación, pero solamente "a todo aquel que cree"; en el evangelio se revela la justicia de Dios. La justicia de Dios es la perfecta ley de Dios, que no es otra cosa que la transcripción de su propia recta voluntad. Toda injusticia es pecado, o transgresión de la ley. El evangelio es el remedio de Dios para el pecado; su obra, por consiguiente, debe consistir en poner a los hombres en armonía con la ley –esto es, que se manifiesten en sus vidas las obras de la ley justa–. Pero esa es enteramente una obra de la fe –la justicia de Dios se descubre "de fe en fe"–, fe al principio y fe al final, como está escrito: "el justo vivirá por la fe".

Eso ha venido siendo así en toda época, desde la caída del hombre. Y lo seguirá siendo hasta que los santos de Dios tengan escrito su nombre en sus frentes, y lo vean como Él es. El apóstol tomó la cita del profeta Habacuc (2:4). Si los profetas no lo hubiesen revelado, los primeros cristianos no lo habrían podido conocer, ya que disponían solamente del Antiguo Testamento. Decir que en los tiempos antiguos los hombres no tenían sino una idea imperfecta de la fe, equivale a decir que no había ningún hombre justo en aquellos tiempos. Pero Pablo retrocede hasta el mismo principio y cita un ejemplo de fe salvífica. Dice: "Por la fe Abel ofreció a Dios mayor sacrificio que Caín, por la cual alcanzó testimonio de que era justo" (Heb. 11:4). Dice asimismo de Noé, que fue por fe que construyó el arca en la que fue salva su casa; "por la cual fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que es por la fe" (Heb. 11:7). Se trataba de fe en Cristo, ya que era fe salvadora, y tenía que ser en el nombre de Jesús, "porque no hay otro nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hech. 4:12).

Demasiados procuran vivir la vida cristiana en la fuerza de la fe que ejercieron cuando comprendieron su necesidad de perdón por los pecados de su vida pasada. Saben que solamente Dios puede perdonar los pecados, y que lo hace mediante Cristo; pero suponen que habiendo iniciado ese proceso cierto día, deben ahora continuar la carrera en su propia fuerza. Sabemos que muchos albergan esa idea. Lo sabemos, primeramente, porque lo hemos oído de algunos, y en segundo lugar, porque hay verdaderas multitudes de profesos cristianos que revelan la obra de un poder que en nada es superior a su propia capacidad. Si tienen algo que decir en las reuniones sociales, más allá de la repetida fórmula "quiero ser cristiano, a fin de poder ser salvo", no es otra cosa que su experiencia pasada, el gozo que experimentaron cuando creyeron por primera vez. Del gozo de vivir para el Señor, y de andar con él por la fe, no saben nada, y quien se refiera a ello, habla en un lenguaje que les resulta extraño. Pero el apóstol presenta definidamente este tema de la fe, como extendiéndose hasta el mismo reino de la gloria, en la concluyente ilustración que sigue:
"Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios. Y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios. Empero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es menester que el que a Dios se allega, crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan" (Heb. 11:5 y 6).

Obsérvese cuál es el argumento esgrimido para demostrar que es por la fe que Enoc fue trasladado: Enoc fue trasladado porque caminó con Dios y tenía el testimonio de agradar a Dios; pero sin fe es imposible agradar a Dios. Eso basta para probar lo expuesto. Sin fe, ningún acto que podamos hacer alcanza la aprobación de Dios. Sin fe, lo mejor que el hombre pueda hacer queda infinitamente lejos de la única norma válida, que es la de la perfecta justicia de Dios. La fe es una buena cosa allá donde esté, pero la mejor fe en Dios para quitar la carga de los pecados pasados, no aprovechará a nadie, a menos que continúe presente en medida siempre creciente, hasta el fin de su tiempo de prueba.
Hemos oído a muchos manifestar lo difícil que les resultaba obrar el bien; su vida cristiana era de lo más insatisfactorio, estando marcada solamente por el fracaso, y se sentían tentados a ceder al desánimo. No es sorprendente que se desanimen, ya que el fracaso continuo es capaz de desanimar a cualquiera. El soldado más valiente del mundo entero, acabaría desanimado si sufriese una derrota en cada batalla. No será difícil oír de esas personas lamentos por ver mermada la confianza en sí mismas. Pobres almas, ¡si solamente pudieran llegar a perder completamente la confianza en sí mismas, y la pusiesen enteramente en Aquel que es poderoso para salvar, tendrían otro testimonio que dar! Entonces se gloriarían "en Dios por el Señor nuestro Jesucristo". Dice el apóstol, "Gozaos en el Señor siempre: otra vez os digo: Que os gocéis" (Fil. 4:4). Aquel que no se goza en Dios, incluso al ser tentado y afligido, no está peleando la buena batalla de la fe. Está luchando la triste batalla de la confianza en sí mismo, y de la derrota.

Todas las promesas de la felicidad definitiva son hechas a los vencedores. "Al que venciere", dice Jesús, "le daré que se siente conmigo en mi trono; así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono" (Apoc. 3:21). "El que venciere poseerá todas las cosas", dice el Señor (Apoc. 21:7). Un vencedor es alguien que gana victorias. La herencia no es la victoria, sino la recompensa por la victoria. La victoria es ahora. Las victorias a ganar son la victoria sobre la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida, victorias sobre el yo y las indulgencias egoístas. Aquel que lucha y ve huir al enemigo, puede gozarse; nadie puede quitarle ese gozo que se produce al ver cómo claudica el enemigo. Algunos sienten pánico ante la idea de tener que mantener una continua lucha contra el yo y los deseos mundanos. Eso es así, solo porque desconocen totalmente el gozo de la victoria; no han experimentado mas que derrota. Pero el constante batallar no es algo penoso, cuando hay victoria continua. Aquel que cuenta sus batallas por victorias, desea encontrarse nuevamente en el campo de combate. Los soldados de Alejandro, que bajo su mando no conocieron jamás la derrota, estaban siempre impacientes por una nueva batalla. Cada victoria, que dependía únicamente de su ánimo, aumentaba su fortaleza y hacía disminuir en correspondencia la de sus vencidos enemigos. Ahora, ¿cómo podemos ganar victorias continuas en nuestra contienda espiritual? Escuchemos al discípulo amado:

"Porque todo aquello que es nacido de Dios vence al mundo: y esta es la victoria que vence al mundo, nuestra fe" (1 Juan 5:4).

Leamos nuevamente las palabras de Pablo:

"Con Cristo estoy juntamente crucificado, y vivo, no ya yo, más vive Cristo en mí: y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó, y se entregó a sí mismo por mí" (Gál. 2:20).

Aquí tenemos el secreto de la fuerza. Es Cristo, el Hijo de Dios, a quien fue dada toda potestad en el cielo y en la tierra, el que realiza la obra. Si es él quien vive en el corazón y hace la obra, ¿es jactancia decir que es posible ganar victorias continuamente? De acuerdo, eso es gloriarse, pero es gloriarse en el Señor, lo que es perfectamente lícito. Dijo el salmista: "En Jehová se gloriará mi alma". Y Pablo dijo: "Mas lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo" (Gál. 6:14).

Los soldados de Alejandro Magno tenían fama de invencibles. ¿Por qué? ¿Es porque poseían de forma natural más fortaleza o ánimo que todos sus enemigos? No, sino porque estaban bajo el mando de Alejandro. Su fuerza radicaba en su dirigente. Bajo otra dirección, habrían sufrido frecuentes derrotas. Cuando el ejército de la Unión se batía en retirada, presa del pánico, ante el enemigo, en Winchester, la presencia de Sheridan transformó la derrota en victoria. Sin él, los hombres eran una masa vacilante; con él a la cabeza, una armada invencible. Si hubieseis oído los comentarios de esos soldados victoriosos, tras la batalla, habríais escuchado alabanzas a su general, mezcladas con expresiones de gozo. Ellos eran fuertes porque su jefe lo era. Les inspiraba el mismo espíritu que lo animaba a él.

Pues bien, nuestro capitán es Jehová de los ejércitos. Se ha enfrentado al principal enemigo, y estando en las peores condiciones, lo ha vencido. Quienes lo siguen, marchan invariablemente venciendo para vencer. Oh, si aquellos que profesan seguirle quisieran poner su confianza en él, y entonces, por las repetidas victorias que obtendrían, rendirían la alabanza a Aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable.

Juan dijo que el que es nacido de Dios vence al mundo, mediante la fe. La fe se aferra al brazo de Dios, y la poderosa fuerza de éste cumple la obra. ¿De qué manera puede obrar el poder de Dios en el hombre, realizando aquello que jamás podría hacer por sí mismo?, nadie lo puede explicar. Sería lo mismo que explicar de qué modo puede Dios dar vida a los muertos. Dice Jesús: "El viento de donde quiere sopla, y oyes su sonido; mas ni sabes de donde viene, ni a donde vaya: así es todo aquel que es nacido del Espíritu" (Juan 3:8). Cómo obra el Espíritu en el hombre, para subyugar sus pasiones y hacerlo victorioso sobre el orgullo, la envidia y el egoísmo, es algo que sólo conoce el Espíritu; a nosotros nos basta con saber que así es, y será en todo quien desee, por encima de cualquier otra cosa, una obra tal en sí mismo, y que confíe en Dios para su realización.

Nadie puede explicar el mecanismo por el que Pedro fue capaz de caminar sobre la mar, entre olas que se abalanzaban sobre él; pero sabemos que a la orden del Señor sucedió así. Por tanto tiempo como mantuvo sus ojos fijos en el Maestro, el divino poder le hizo caminar con tanta facilidad como si estuviera pisando la sólida roca; paro cuando comenzó a contemplar las olas, probablemente con un sentimiento de orgullo por lo que estaba haciendo, como si fuera él mismo quien lo hubiese logrado, de forma muy natural fue presa del miedo, y comenzó a hundirse. La fe le permitió andar sobre las olas; el temor le hizo hundirse bajo ellas.

Dice el apóstol: "Por la fe cayeron los muros de Jericó con rodearlos siete días" (Heb. 11:30). ¿Para qué se escribió tal cosa? Para nuestra enseñanza, "para que por la paciencia, y por la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza" (Rom. 15:4). ¿Qué significa? ¿Se nos llamará tal vez a luchar contra ejércitos armados, y a tomar ciudades fortificadas? No, "porque no tenemos lucha contra sangre y carne; sino contra principados, contra potestades, contra señores del mundo, gobernadores de estas tinieblas, contra malicias espirituales en los aires" (Efe. 6:12); pero las victorias que se han ganado por la fe en Dios, sobre enemigos visibles en la carne, fueron registradas para mostrarnos lo que cumpliría la fe en nuestro conflicto con los gobernadores de las tinieblas de este mundo. La gracia de Dios, en respuesta a la fe, es tan poderosa en estas batallas como lo fue en aquellas; ya que dice el apóstol:

"Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne, (porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas); Destruyendo consejos, y toda altura que se levanta contra la ciencia de Dios, y cautivando todo intento a la obediencia de Cristo" (2 Cor. 10:3-5).

No fue solamente a enemigos físicos a quienes los valerosos héroes de antaño vencieron por la fe. De ellos leemos, no solamente que "ganaron reinos", sino también que "obraron justicia, alcanzaron promesas", y lo más animador y maravilloso de todo, "sacaron fuerza de la debilidad" (Heb. 11:33 y 34). Su debilidad misma se les convirtió en fortaleza mediante la fe, ya que la potencia de Dios en la flaqueza se perfecciona. ¿Quién podrá acusar entonces a los elegidos de Dios, teniendo en cuenta que es Dios quien nos justifica, y que somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras? "¿Quién nos apartará del amor de Cristo? tribulación? o angustia? o persecución? o hambre? o desnudez? o peligro? o cuchillo?" "Antes en todas estas cosas hacemos más que vencer por medio de aquel que nos amó" (Rom. 8:35,37). 
Signs of the Times, 25 marzo 1889

miércoles, 29 de septiembre de 2010

El mensaje de 1888 desde 1844

En una reunión que ocurrió en los lugares más oscuros y temibles de la tierra, Satanás y sus ángeles tuvieron una reunión de suma importancia, estudiando las estrategias a desarrollar con el pueblo que guarda los mandamientos de Dios y tiene el testimonio de Jesucristo. Dios en visión llevó a Elena de White para que escuche tal reunión, veamos un fragmento de la visión donde Satanás indíca cuál sería su proceder para dejar sin efecto los testimonios:

"Tendré sobre el terreno, como agentes míos, a hombres con falsas doctrinas mezcladas con suficiente cantidad de verdad como para engañar a las almas.  Tendré también incrédulos presentes que expresarán dudas cón respecto a los mensajes de amonestación que envía el Señor a su iglesia.  Si el pueblo lee y cree estas admoniciones, podemos tener poca esperanza de vencerlo.  Pero si podemos distraer su atención de estas advertencias, permanecerán ignorantes con respecto a nuestro poder y astucia, y por fin los aseguraremos en nuestras filas.  Dios no permitirá que sus palabras sean despreciadas impunemente.  Si podemos mantener a las almas engañadas por un tiempo, la misericordia de Dios será retirada, y él las entregará a nuestro dominio."
TESTIMONIOS PARA LOS MINISTROS, p.483 (BFE, 1993)

Ayer, en un comentario realizado por quienes pretenden tener "luz" sobre el mensaje para nuestro tiempo, despreciaban los testimonios de la profeta de Dios, en pos de un mensaje puramente bíblico (aúnque siempre están utilizando citas de Ellen White, negando aquellas que no pueden explicar... una contradicción) En fin! Uno de los argumentos utilizados para desprestigiarla, proviene de la idea que Dios paso por alto a su mensajera respecto al mensaje de 1888, llamando a dos jóvenes pastores: Waggoner y Jones. En el post anterior vimos que tales mensajeros tuvieron un aval poderoso de Dios por parte de su profeta. Sin embargo, la acusación que realizan contra la profeta de Dios presenta una gran dificultad: la hna. White estuvo predicando el error hasta que llegaron estos hermanos (y Dios nunca la corrijió),

Por alguna extraña razón, quienes presentan este argumento, se olvida de citar algunas declaraciones de la hna. White respecto a este caso, y hacen decir a la historia algo que no pasó.

"En esta reunión yo testifiqué de que la luz más preciosa había estado brillando desde las Escrituras en la presentación del gran tema de la justicia de Cristo en relación con la ley. Este tema de la justicia de Cristo debe ser mantenido constantemente delante del pecador como su única esperanza de salvación. Esta no era una nueva luz para mí, porque la había recibido de una autoridad más alta durante los últimos cuarenta y cuatro años, y la había presentado a nuestro pueblo por la pluma y la palabra en los testimonios de su Espíritu; pero muy pocos habían respondido, excepto asintiendo a los testimonios presentados sobre este tema. Se ha hablado y escrito demasiado poco acerca de este gran tema. Los discursos de algunos podrían describirse correctamente diciendo que eran como la ofrenda de Caín: carentes de Cristo."
MENSAJES SELECTOS, T.3, p.191

Este mensaje, que había predicado por tanto tiempo, era el del tercer ángel... ¡el mensaje distintivo del pueblo Adventista!

Fue el mensaje de la profeta, despues de 1888:
Muchos habían perdido de vista a Jesús.  Necesitaban dirigir sus ojos a su divina persona, a sus méritos, a su amor inalterable por la familia humana.  Todo el poder es colocado en sus manos, y él puede dispensar ricos dones a los hombres, impartiendo el inapreciable don de su propia justicia al desvalido agente humano.  Este es el mensaje que Dios ordenó que fuera dado al mundo.  Es el mensaje del tercer ángel, que ha de ser proclamado en alta voz y acompañado por el abundante derramamiento de su Espíritu.-TM 91-92 (1895).
EVENTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS, p.205


Varias personas me han escrito preguntando si el mensaje de la justificación por la fe es el mensaje del tercer ángel, y les he respondido: "Es ciertamente el mensaje del tercer ángel" (Review and Herald, 19 de abril, 1890).

Como también lo fue Antes de 1888... al comienzo de su obra:

En una visión dada el 27 de junio de 1850, mi ángel acompañante dijo: "El tiempo está casi agotado. ¿Reflejáis como debierais hacerlo la hermosa imagen de Jesús?" Luego se me señaló la tierra y vi que era necesario realizar preparativos entre aquellos que han abrazado últimamente el mensaje del tercer ángel.  Dijo el ángel: "¡Preparaos, preparaos, preparaos! Tendréis que morir mucho más al mundo de lo que habéis muerto hasta aquí." Vi que tenían una obra que hacer y poco tiempo en que hacerla.
PRIMEROS ESCRITOS, p.64

En cambio, Dios permitió que en 1844 alguién no recibiese ese mensaje, alguien que no había sido llamado como profeta, sino como un simple predicador y estudioso de la Biblia, el hno. Guillermo Miller, fue pasado por alto en cuanto a la predicación de este hermoso mensaje:

"Por último, Guillermo Miller levantó la voz contra la luz del cielo.  Fracasó al no recibir el mensaje que habría explicado más plenamente su chasco, arrojado luz y gloria sobre el pasado, reavivado sus energías agotadas, despertado su esperanza y le había inducido a glorificar a Dios.  Se apoyó en la sabiduría humana en vez de la divina, pero como estaba quebrantado por la edad y sus arduas labores en la causa del Maestro, no fue tan responsable como los que le mantuvieron separado de la verdad.  Ellos son los responsables; el pecado recae sobre ellos.
Si Guillermo Miller hubiese podido ver la luz del tercer mensaje, habrían quedado explicadas para él muchas cosas que le parecieron obscuras y misteriosas.  Pero sus hermanos le profesaron tanto interés y un amor tan profundo, que a él le pareció que no podía apartarse de ellos.  Su corazón se inclinaba hacia la verdad, y luego miraba a sus hermanos; y estos se oponían a ella. ¿Podía separarse de aquellos que  habían estado a su lado mientras proclamaba la venida de Jesús?  Consideró que de ninguna manera querrían ellos extraviarle.
Dios permitió que cayese bajo el poder de Satanás, o sea el dominio de la muerte, y lo ocultó en la tumba para resguardarle de aquellos que procuraban constantemente apartarle de la verdad.  Moisés erró cuando estaba por entrar en la tierra prometida.  Así también, vi que Guillermo Miller erró cuando estaba por entrar en la Canaán celestial, al permitir que su influencia se opusiese a la verdad.  Otros le indujeron a esto; otros tendrán que dar cuenta de ello.  Pero los ángeles veían sobre el precioso polvo de este siervo de Dios, y resucitará cuando sea tocada la última trompeta."
PRIMEROS ESCRITOS, p.257-258

Hasta aquí hemos visto que el mensaje de 1888 era ya conocido y PREDICADO por la hna. White desde hacía ya tiempo, no era una novedad para la profeta de Dios, ya que Dios mismo la estaba instruyendo en ese mensaje. También vimos que Dios no pasó por alto a su profeta, más bien, pasó por alto al que comenzó la obra adventista, es decir, Guillermo Miller, por haber rechazado el mensaje de los tres angeles... la justificación por la fe.

lunes, 11 de mayo de 2009

El Hijo Unigenito del Padre, PARTE I


Empecemos por la encarnación de Cristo. La Palabra de Dios nos dice claramente que Jesús tomó nuestranaturaleza de carne de pecado (Romanos 8: 3), “en todo semejante a sus hermanos” (Hebreos 2: 17), y otros, y en esa naturaleza fue “tentado en todo” (Hebreos 4: 15), sufriendo así todo tipo de tentaciones de la misma manera que nosotros somos tentados, pero mucho más fuertes, y sin embargo no cedió a ninguna de ellas, se mantuvo obediente hasta la muerte, mediante una inalterable dependencia de Dios por medio de la fe y la oración constantes, y no cayó en ninguna tentación, aunque le costase sudar gotas de sangre (Lucas 22: 44). Al conseguir esta maravillosa victoria, “condenó al pecado en la carne” (Ro 8: 3), esto es, dejó sin excusa a todos los seres humanos para pecar. El pecado está condenado en los seres humanos de carne, no hay excusa para ceder a ninguna tentación, por fuerte que sea, porque Jesús demostró que es posible vencer todo pecado en nuestra carne. Por eso Dios tiene derecho a exigir obediencia a todos sus mandamientos, y a reclamar la perfección de su pueblo (Mateo 5: 48), y su vez la buena nueva para nosotros es que Jesús tiene poder para darnos en abundancia para capacitarnos a vencer todo pecado como él lo venció, porque conoce nuestras tentaciones, y por lo tanto “en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados” Hebreos 2: 18. Él se puso en nuestro lugar, recorrió la misma senda que nos toca recorrer a nosotros, y por lo tanto nos comprende plenamente, y sabe cómo ayudarnos a vencer. ( el mensaje del tercer ángel – justicación por la fe- habla de este punto en especial, ya vamos a verlo mas detenidamente)

En el Congreso de Minneapolis de 1888, los enviados del Señor, los pastores Waggoner y Jones, presentaron con claridad y poder este maravilloso mensaje lleno de esperanza para el pueblo de Dios. ¡Podemos vencer como Cristo venció! E. de White se entusiasmó con sus mensajes, y los llamó de preciosísima luz enviada de Dios  
(The Ellen G. White 1888 Materials, p. 139)

Pero debemos reconocer que los líderes de la Iglesia adventista de aquellos días, especial-mente el presidente de la A. General, el pastor Butler, y el director de la Review and Herald (la única casa publicadora de la asociación general de ese momento), sin dudas los dos líderes más superiores, rechazaron este mensaje con firmeza, nunca lo aceptaron en verdad, y pelearon con todas sus fuerzas hasta el último momento de sus vidas, insultando al Espíritu Santo (Special Testimonies, serie A, nº 7, pp. 54, 55), y trayendo tinieblas sobre toda la iglesia. Nunca estuvo más cerca de nosotros la lluvia tardía que cuando Waggoner y Jones presentaron sus mensajes en el Congreso de Minneápolis, pero al ser rechazada la verdad, la posibilidad de recibir la lluvia tardía se dejó hasta hoy, y quién sabe hasta cuando vamos a seguir así. En aquel triste momento, la sierva del Señor escribió con gran dolor:

Lo que se ha manifestado entre nosotros desde el encuentro de Minneapolis, es la peor clase de espíritu anticristiano. Algún día se lo verá en su verdadera magnitud, con todo el pe-so de horror resultante" (General Conference Bulletin, 1893, p. 184).

jueves, 7 de mayo de 2009

Un ataque a Dios, su naturaleza y su Justicia

“Tenemos mucho más que temer de enemigos internos que de externos. Los impedimentos para el vigor y el éxito provienen mucho más de la iglesia misma que del mundo. . . ¡con cuánta frecuencia los profesos defensores de la verdad han demostrado ser los mayores obstáculos para su adelanto!. . .”.-1MS 142 (1887). Eventos de los últimos días, p. 160.

Los adventistas del Séptimo Día tenemos mucho más que temer de enemigos internos que de los que están fuera de la iglesia, nos advirtió el Espíritu de Profecía. Sabemos que el enemigo de las almas odia la ley de Dios, y que desde hace seis mil años viene luchando contra ella acá en la tierra, tratando de llevar a todo el mundo al pecado, a la desobediencia a ella. Y su esfuerzo magistral se dirige contra aquellos que profesan servir a Dios, que creen ser su pueblo, para que por lo menos pisoteen uno de sus mandamientos, y sigan creyendo que están sirviendo a Dios. Ha logrado eso con casi toda la cristiandad nominal, ya que tanto la Iglesia Católica como las protestantes, no reconocen el sábado del cuarto mandamiento, haciéndose así culpables de la desobediencia a todos los mandamientos divinos, pues “el que guarda toda la ley, pero ofende en un punto, se hace culpable de todos” (Santiago 2: 10).

Pero si hay un pueblo al que Satanás odia especial y especificamente... ése es el pueblo adventista del séptimo día que ama a Dios y guarda todos sus mandamientos( no estoy hablando corporativa ni institucionalmente, sino de sus verdaderos hijos). Son los únicos que profesan la obediencia a toda la ley de Dios, tal como la Palabra de Dios lo exige a lo largo de todas sus hojas. Y su esfuerzo especial se dirige contra ellos, con el fin de hacer desaparecer de la faz de la tierra hasta el último cristiano llamado, escogido y fiel.

Pero el diablo sabía muy bien que para engañar a los adventistas del séptimo día, un ataque directo y abierto contra Dios y su Ley no le darían resultado, porque tenemos a mano una cantidad de textos bíblicos y de los Testimonios, con lo que reconoceríamos el engaño y lo rechazaríamos. Así que Satanás recurrió a un método indirecto, que hasta acá parece estar dándole excelentes resultados. En vez de atacar abiertamente a Dios ( ya vamos a ver que en realidad i hay un ataque abierto hacie el mismo Dios )y su ley, ataca los fundamentos que soportan (pilares de la fe) l. Es como si él quisiese derribar un edificio, pero en vez de atacarlo por arriba, lo trata de destruir por debajo, destruyendo sus pilares sin que nadie lo vea, para producir un derrumbe violento e inesperado que sorprendería a todos.

Este ataque está de esta dando dentro de la Igleisia Adventista del Séptimo Día, a través de quienes dicen que creen en los mandamientos de Dios, cuando en verdad están luchando contra ellos, de manera conciente y algunos inconcientemente( no quita que alla líderes sinceros...pero ignorantes de la verdad plena). Ya hace ciento dos años el Testimonio de Jesús nos advirtió acerca de esta obra diablolica:

“Un espíritu de maldad está obrando en la iglesia y constantemente se esfuerza por anular la ley de Dios”. Manuscrito 125, 4 de julio de 1907 Eventos finales, cap. 6 “La Apostasía”

Se trata de una gran traición, momento en el cual muchos, incluyendo a nuestros dirigentes, que hoy dicen ser adventistas del séptimo día, niegan a Dios y a su Ley para adaptarse a las leyes del mundo y evitar ser perseguidos. El gran engañador está preparando la mente de los adventistas de modo sutil, quitando los fundamentos bíblicos de la necesidad del hombre de obedecer la ley de Dios, para que cuando llegue la ley dominical, les resulte mucho más fácil aceptar las engañosas explicaciones que los falsos pastores van a dar para exigir el abandono del sábado de parte de los adventistas.

Pero lo peor de todo es que targibersan al Mismo Dios, y a su naturaleza, logrando asi una falsa adoración, porque recordemos que el gran conflicto de los siglos es la : Adoración.

"La causa de Cristo será traicionada. Aquellos que han tenido la luz de la verdad y gozado de sus bendiciones, pero se han apartado de ella, van a luchar en contra del Espíritu de Dios. Inspirados por un espíritu del abismo, van a destruir lo que una vez construyeron, a mostrar a todas las almas razonables que temen a Dios, que no se les puede confiar. Estos reclamarán la verdad y la justicia pero su espíritu y obras testifican que traicionan a su Señor. A los atributos de Satanás les llaman movimiento del Espíritu Santo." Review and Herald, vol 3, p 571, col 3.

¿ Cuales son esos ataques ? Vamos a ir viendolos en los proximos posteos. Maranatha!!!!

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