domingo, 21 de agosto de 2011

Vida abundante

“En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz en las tinieblas resplandece; mas las tinieblas no la comprendieron” (Juan 1:4,5). Una traducción más correcta es: “mas las tinieblas no pudieron apagarla”, que provee gran ánimo al creyente. Veamos en qué consiste.
 
CRISTO es la luz del mundo. Ver Juan 8:12. Pero esa luz es su vida, tal como indica el texto introductorio. Nos dice: “Yo soy la luz del mundo: el que me sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la lumbre de la vida”. El mundo entero estaba sumido en las tinieblas del pecado. Tal oscuridad era consecuencia de una falta del conocimiento de DIOS; como dijo el apóstol Pablo de aquellos otros gentiles, que “teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de DIOS por la ignorancia que en ellos hay, por la
dureza de su corazón” (Efe. 4:18).
Satán, el gobernante de las tinieblas de este mundo, había hecho todo lo posible para engañar al hombre en cuanto al verdadero carácter de DIOS. Había hecho creer al mundo que DIOS era como el hombre: cruel, vengador, dado a la pasión. Hasta los judíos, el pueblo que DIOS había elegido para ser el portavoz de su luz al mundo, se habían apartado de DIOS, y si bien profesaban estar separados de los paganos, se vieron envueltos en las tinieblas del paganismo. Entonces vino Cristo, y “el pueblo asentado en tinieblas vio gran luz; y a los sentados en región y sombra demuerte, luz les esclareció” (Mat. 4:16). 
Su nombre fue EMMANUEL, Dios con nosotros. “DIOS estaba en CRISTO”. DIOS desmintió las falsedades de Satanás, no mediante argumentos dialécticos, sino simplemente viviendo su vida entre los hombres, de manera que todos pudieran verla.
La vida que CRISTO vivió no tuvo ni una mancha de pecado. Satanás ejerció sus artes poderosas, sin embargo no pudo afectar a esa vida impecable. Su luz brilló siempre con fulgor perenne.
Debido a que Satanás no pudo manchar su vida con la más leve sombra de pecado, no pudo arrebatarlo con su poder, el del sepulcro. Nadie pudo tomar la vida de CRISTO de sí; Él la ofreció voluntariamente. Y por la misma razón, tras haberla depuesto, Satanás no pudo evitar que Él la tomase de nuevo. Jesús dijo: “Yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, mas yo la pongo de mí mismo. Tengo poder para ponerla y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi PADRE”
(Juan 10:17,18). Al mismo efecto van dirigidas las palabras del apóstol Pedro, relativas a CRISTO: “Al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible ser detenido de ella” (Hech. 2:24). Quedó así demostrado el derecho del SEÑOR JESUCRISTO a ser hecho sumo sacerdote “según la virtud de vida indisoluble” (Heb. 7:16).
Esa vida infinita, inmaculada, CRISTO la da a todo el que cree en Él. “Como le has dado la potestad de toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste. Esta empero es la vida eterna: que te conozcan el solo DIOS verdadero, y a JESUCRISTO, al cual has enviado” (Juan 17:2,3). CRISTO mora en los corazones de todos aquellos que creen en Él. “Con CRISTO estoy juntamente crucificado, y vivo, no ya yo, mas vive CRISTO en mí: y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del HIJO de DIOS, el cual me amó, y se entregó a sí mismo por mí” (Gál. 2:20). Ver también Efesios 3:16,17.
CRISTO –la luz del mundo– al morar en los corazones de sus seguidores, los constituye en la luz del mundo. Su luz no proviene de ellos mismos, sino de CRISTO que mora en ellos. Su vida no viene de ellos mismos; sino que es la vida de CRISTO manifestada en su carne mortal. Ver 2ª de Corintios 4:11. 

En eso consiste vivir una “vida cristiana”. Esta luz viviente que viene de DIOS, fluye en un caudal ininterrumpido. El salmista exclama: “Porque contigo está el manantial de la vida: en tu luz veremos la luz” (Sal. 36:9). “Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de DIOS y del CORDERO” (Apoc. 22:1). “Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye
diga: Ven. Y el que tiene sed, venga: y el que quiere, tome del agua de la vida de balde” (Apoc. 22:17).
“Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no comiereis la carne del HIJO del hombre, y bebiereis su sangre, no tendréis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna: y yo le resucitaré en el día postrero” (Juan 6:53,54). Esa vida de CRISTO la comemos y bebemos al sentarnos a la mesa de su PALABRA, ya que añade, “El Espíritu es el que da vida; la carne nada aprovecha: las palabras que yo os he hablado, son espíritu, y son vida” (vers. 63). CRISTO mora en su Palabra inspirada, y a través de ella obtenemos su vida. Esa vida es dada gratuitamente a todo aquel que la recibe, como acabamos de leer; y leemos que Jesús se puso en pie y clamó, diciendo: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba” (Juan 7:37).

Esa vida es la luz del cristiano, y es lo que le hace ser una luz para otros. Es su vida; y la bendita seguridad para él, de que no importa a través de cuán densas tinieblas tenga que pasar, no tendrán poder para apagar esa luz. La luz de la vida es suya, por tanto tiempo como ejerza la fe, y las tinieblas no pueden afectarle. Por lo tanto, que todo aquel que profesa el nombre del SEÑOR cobre ánimo, diciendo: “Tú, enemiga mía, no te huelgues de mí, porque aunque caí, he de levantarme; aunque more en tinieblas, Jehová será mi luz” (Miq. 7:8).                                                                                                                            
                                                                                                                                             E.J.Waggoner
                                                                                                                      Bible Echo, 15 octubre 1892

viernes, 5 de agosto de 2011

El Evangelio de Dios


"Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios, que él había antes prometido por sus profetas en las santas Escrituras, acerca de su Hijo (que fue hecho de la simiente de David según la carne: el cual fue declarado Hijo de Dios con potencia, según el espíritu de santidad, por la resurrección de los muertos), de Jesucristo Señor nuestro, por el cual recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia de la fe en todas las naciones en su nombre, entre las cuales sois también vosotros, llamados de Jesucristo: a todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados santos: Gracia y paz tengáis de Dios nuestro Padre, y del Señor Jesucristo." (Romanos 1:1-7)
En esta oportunidad quería compartir con ustedes algunos párrafos del libro "Carta a los Romanos" escrita por el pastor E.Waggoner acerca de cual es el evangelio que Pablo fue llamado a predicar. ¿Cómo nos afecta este mensaje a nosotros? Veamos que nos dice:
El evangelio de Dios.– El apóstol afirmó que había sido "apartado para el evangelio de Dios". Es el evangelio de Dios "acerca de su Hijo". Cristo es Dios y por lo tanto el evangelio de Dios al que se refiere en el primer versículo de la epístola, es idéntico al "evangelio de su Hijo" señalado en el versículo 9.
Demasiadas personas separan al Padre y al Hijo en la obra del evangelio. Muchos lo hacen inconscientemente. Dios el Padre, tanto como el Hijo, es nuestro Salvador. "De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito" (Juan 3:16). "Dios estaba en Cristo reconciliando el mundo a sí" (2 Cor. 5:19). "Y consejo de paz será entre ambos a dos" (Zac. 6:13). Cristo vino a la tierra como representante del Padre. Quien veía a Cristo, veía también al Padre (Juan 14:9). Las obras que Cristo hizo, eran las obras del Padre, quien moraba en Él (Juan 14:10).
Hasta las palabras que hablaba eran las palabras del Padre (Juan 10:24). Cuando oímos a Cristo decir: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar", estamos oyendo la invitación llena de gracia de Dios el Padre. Cuando contemplamos a Cristo tomando a los niñitos en sus brazos y bendiciéndolos, estamos presenciando la ternura del Padre. Cuando vemos a Cristo recibiendo a pecadores, mezclándose con ellos, comiendo con ellos, perdonando sus pecados y limpiando a los despreciados leprosos mediante su toque sanador, estamos ante la condescendencia y compasión del Padre. Hasta cuando vemos a nuestro Señor en la cruz, con la sangre manando de su costado herido, esa sangre por la que somos reconciliados con Dios, no debemos olvidar que "Dios estaba en Cristo reconciliando el mundo a sí", de forma que el apóstol Pablo pudo decir, "la iglesia de Dios, que adquirió mediante la sangre del propio (Hijo)" (Hech. 20:28, N.T. Interlineal).
El evangelio en el Antiguo Testamento.– El evangelio de Dios para el que el apóstol Pablo afirmaba haber sido apartado, era el evangelio "que él había antes prometido por sus profetas en las santas Escrituras" (Rom. 1:2); literalmente, el evangelio que Él había previamente anunciado o predicado. Eso nos muestra que el Antiguo Testamento contiene el evangelio, y también que el evangelio en el Antiguo Testamento es el mismo que en el Nuevo. Es el único evangelio que el apóstol predicó. Puesto que eso es así, a nadie debería extrañar que creamos el Antiguo Testamento, y que lo consideremos con la misma autoridad que el Nuevo.
Leemos que Dios "evangelizó [anunció de antemano la buena nueva] a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones" (Gál. 3:8, entre corchetes: N.T Interlineal). El evangelio predicado en los días de Pablo era el mismo que se predicó a los Israelitas de antaño (Ver Heb. 4:2). Moisés escribió sobre Cristo, y tanto del evangelio contienen sus escritos, que alguien que no crea lo que Moisés escribió, no puede creer en Cristo (Juan 5:46,47). "A éste dan testimonio todos los profetas, de que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre" (Hech. 10:43).
Cuando Pablo fue a Tesalónica, solamente disponía del Antiguo Testamento, y "como acostumbraba, entró a ellos, y por tres sábados disputó con ellos de las Escrituras, declarando y proponiendo que convenía que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos" (Hech. 17:2,3).
Timoteo, en su juventud, no disponía de otra cosa que no fuese los escritos del Antiguo Testamento, y el apóstol Pablo le escribió: "Persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salud por la fe que es en Cristo Jesús" (2 Tim. 3:14,15).
Por lo tanto, ve al Antiguo Testamento esperando encontrar allí a Cristo y su justicia, y serás hecho sabio para la salvación. No separes a Moisés de Pablo, a David de Pedro, a Jeremías de Santiago, ni a Isaías de Juan.
La simiente de David.– El evangelio de Dios es "acerca de su Hijo, que fue hecho de la simiente de David según la carne" (Rom. 1:3). Lee la historia de David, y de los reyes que de él descendieron, que fueron los antecesores de Jesús, y comprobarás que en el aspecto humano, el Señor estuvo tan negativamente afectado por sus antepasados como cualquier hombre pueda jamás haberlo estado. Muchos de ellos eran idólatras licenciosos y crueles. Aunque Jesús estaba hasta ese punto rodeado de flaqueza, "no hizo pecado; ni fue hallado engaño en su boca" (1 Ped. 2:22). Eso es así con el fin de proveer ánimo para la persona en la peor condición imaginable de la vida. Es así para mostrar que el poder del evangelio de la gracia de Dios triunfa sobre la herencia.
El hecho de que Jesús fue hecho de la simiente de David significa que es heredero del trono de David. Refiriéndose a ese trono, dijo el Señor: "será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro; y tu trono será estable eternalmente" (2 Sam. 7:16). El reinado de David es, por consiguiente, consustancial a la herencia prometida a Abraham, que es toda la tierra (Ver Rom. 4:13).
De Jesús, dijo el ángel: "y le dará el Señor Dios el trono de David su padre: y reinará en la casa de Jacob por siempre; y de su reino no habrá fin" (Luc. 1:32,33). Pero todo ello implicaba también que llevaría la maldición de la herencia, sufriendo la muerte. "Habiéndole sido propuesto gozo, sufrió la cruz, menospreciando la vergüenza" (Heb. 12:2). "Por lo cual Dios también le ensalzó a lo sumo, y dióle un nombre que es sobre todo nombre" (Fil. 2:9).
Como con Cristo, así también con nosotros. Es mediante gran tribulación como entramos en el reino. Aquel que retrocede ante la censura, o que hace de su humilde condición al nacer o de sus rasgos heredados una excusa para sus derrotas, perderá el reino de los cielos. Jesucristo vino desde las más bajas profundidades de la humillación con el fin de que todos cuantos están en tales profundidades puedan, si así lo desean, ascender con Él a los lugares más exaltados.

Maranatha! (En las próximas publicaciones estaremos compartiendo más sobre Carta a los Romanos, Bendiciones!)

lunes, 27 de junio de 2011

¿Qué es la justificación por la fe?

El tema de la justificación por la fe siempre resulta ser de lo más engorroso, aburrido, complicado e inentendible. El plan maestro de Satanás es que nosotros comprendamos las cosas de esa manera, y oscurecer la luz que proviene del Santuario Celestial, lugar donde nuestro Amado está llevando a cabo la obra de limpieza por nuestros pecados.

En los artículos anteriores presentamos este gran tema desde distintas perspectivas; hoy iremos directamente al grano, respondiendo a la pregunta del blog, ¿que es la justificación por la fe? ¿Por qué es tan necesario que entendamos este punto?

"Nosotros judíos de nacimiento y no pecadores de entre los gentiles, sabemos que el hombre no es justificado por las obras de la Ley, sino por la fe en Jesucristo. Así, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe en Cristo, y no por las obras de la Ley; porque por las obras de la Ley ninguno será justificado." (Gálatas 3: 15-16)

 ¿Qué quiere decir justificado?

"El significado de la palabra "justificado" es "hecho justo". Deriva del latín justitia. Ser justo es ser recto. A eso le añadimos la terminación ficar, también del latín, significando "hacer". Magnificar: hacer grande. Dignificar: hacer digo, etc. Justificar: hacer justo.
En ocasiones aplicamos el término "justificar" al que es inocente de un hecho del que es acusado sin causa. Pero el tal no necesita justificación, puesto que es ya justo. Ahora bien, dado que "todos pecaron", no hay ninguno justo –o recto– ante Dios. Por lo tanto, todos necesitan ser justificados, o hechos justos."
(Las Buenas Nuevas E. J. Waggoner)

Veamos los siguientes versículos:

"Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador,  y su amor para con los hombre nos salvó,  no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho,  sino por su misericordia,  por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia,  viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna." (Tito 3: 4-7)

"Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre,  por él seremos salvos de la ira." (Romanos 5:8-9)

"¿Dónde,  pues,  está la jactancia?  Queda excluida.  ¿Por cuál ley?  ¿Por la de las obras?  No,  sino por la ley de la fe. Concluimos,  pues,  que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley." (Romanos 3:27-28)

"Pero al que obra,  no se le cuenta el salario como gracia,  sino como deuda; mas al que no obra,  sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia." (Rmonanos 4:4-5)

"Y si por gracia,  ya no es por obras;  de otra manera la gracia ya no es gracia.  Y si por obras,  ya no es gracia;  de otra manera la obra ya no es obra." (Romanos 11:6)

"Nosotros, judíos de nacimiento,  y no pecadores de entre los gentiles, sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley,  sino por la fe de Jesucristo,  nosotros también hemos creído en Jesucristo,  para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley,  por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado." (Gálatas 2:15-16)

"Y lo llevó fuera,  y le dijo:  Mira ahora los cielos,  y cuenta las estrellas,  si las puedes contar. Y le dijo:  Así será tu descendencia. Y creyó a Jehová,  y le fue contado por justicia." (Génesis 15:5-6)

"Y ciertamente,  aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús,  mi Señor,  por amor del cual lo he perdido todo,  y lo tengo por basura,  para ganar a Cristo,
 y ser hallado en él,  no teniendo mi propia justicia,  que es por la ley,  sino la que es por la fe de Cristo la justicia que es de Dios por la fe;" (Filipenses 3:8-9)

"Y él le dijo:  Hija,  tu fe te ha salvado;  ve en paz." (Lucas 8:48)

"diciendo:  ¿Qué quieres que te haga?  Y él dijo:  Señor,  que reciba la vista.
 Jesús le dijo:  Recíbela,  tu fe te ha salvado." (Lucas 18:41-42)

"Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe,  como está escrito:  Mas el justo por la fe vivirá." (Rom. 1:17) 

 "Así Abraham creyó a Dios,  y le fue contado por justicia. Sabed,  por tanto,  que los que son de fe,  éstos son hijos de Abraham.
 Y la Escritura,  previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles,  dio de antemano la buena nueva a Abraham,  diciendo:  En ti serán benditas todas las naciones. De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham.
 Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición,  pues escrito está:  Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley,  para hacerlas.
 Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios,  es evidente,  porque:  El justo por la fe vivirá;
 y la ley no es de fe,  sino que dice:  El que hiciere estas cosas vivirá por ellas
."(Gál. 3:6-12)

 ¿Qué debo comprender para ser justificado?

"Cuando el pecador, penitente, contrito delante de Dios, comprende el sacrificio de Cristo en su favor y acepta este sacrificio como su única esperanza en esta vida y en la vida futura, sus pecados son perdonados.  Esto es justificación por la fe."
(Fe y obras. E.G.W p.107)
                                                                                                                                                                   
"¿Y qué es creer?  Es aceptar plenamente que Jesucristo murió como nuestro sacrificio; que El se hizo maldición por nosotros, que tomó nuestros pecados sobre sí mismo, y nos imputó su propia justicia.  Por eso reclamamos esta justicia de Cristo, creemos en ella, y es nuestra justicia.  El es nuestro Salvador.  Nos salva porque dijo que lo haría. ¿Hemos de participar en todas las discusiones en cuanto a cómo puede salvarnos? ¿Tenemos en nosotros mismos la bondad que nos hará mejores y que nos limpiará de las manchas y las tachas del pecado, habilitándonos entonces para acudir a Dios?  Nosotros simplemente no podemos hacerlo."  (E.G.W Fe y obras p.70)


"Debemos aprender en la escuela de Cristo.  Sólo su justicia puede darnos derecho a una de las bendiciones del pacto de la gracia.  Durante mucho tiempo hemos deseado y procurado obtener esas bendiciones, pero no las hemos recibido porque hemos fomentado la idea de que podríamos hacer algo para hacernos dignos de ellas.  No hemos apartado la vista de nosotros mismos, creyendo que Jesús es un Salvador viviente.  No debemos pensar que nos salvan nuestra propia gracia y nuestros méritos.  La gracia de Cristo es nuestra única esperanza de salvación.

Miramos a nuestro yo como si tuviéramos poder para salvarnos a nosotros mismos, pero Jesús murió por nosotros porque somos impotentes para hacer eso.  En El están nuestra esperanza, nuestra justificación, nuestra justicia.(...)

Mis hermanos, ¿esperan que sus méritos los recomendarán para recibir el favor de Dios, pensando que deben ser liberados del pecado antes de que confíen en su poder para salvar?  Si esta es la lucha que se efectúa en su mente, temo que no obtengan fortaleza y que al final se desanimen." (E.G.W Fe y obras p.35)

"Si están conscientes de sus pecados, no dediquen todas sus facultades a lamentarse por ellos, sino miren y vivan.  Jesús es nuestro único Salvador, y aunque millones que necesitan ser curados rechacen su misericordia ofrecida, nadie que confía en sus méritos será abandonado para perecer. (...)

Algunos parecen sentir que deben ser puestos a prueba y deben demostrar al Señor que se han reformado, antes de poder demandar sus bendiciones.  Sin embargo, esas queridas almas pueden pedir ahora mismo la bendición.  Deben tener la gracia de Cristo, el Espíritu de Cristo que les ayude en sus debilidades, o no podrán formar un carácter cristiano. Jesús anhela que vayamos a El tal como somos: pecadores, impotentes, desvalidos." (E.G.W Fe y obras p.36,37)


"No podemos hacer nada, absolutamente nada para ganar el favor divino.  No debemos confiar en absoluto en nosotros mismos ni en nuestras buenas obras.  Sin embargo, cuando vamos a Cristo como seres falibles y pecaminosos, podemos hallar descanso en su amor.  Dios acepta a cada uno que acude a El confiando plenamente en los méritos de un Salvador crucificado.  El amor surge en el corazón.  Puede no haber un éxtasis de sentimientos, pero hay una confianza serena y permanente.  Toda carga se hace liviana, pues es fácil el yugo que impone Cristo." (E.G.W Fe y obras p.38)

viernes, 27 de mayo de 2011

Tambien Por Nosotros



( E.J.Waggoner )

El cuarto capitulo de Romanos es uno de los de mayor riqueza en la biblia, por la esperanza y ánimo que contiene para el cristiano. En Abraham, tenemos un ejemplo de la justicia por la fe, y queda expuesta ante nosotros la maravillosa herencia prometida a todos los que tienen la fe de Abraham. Y esa promesa no esta restringida. La bendición de Abraham viene tanto a los gentiles como a los judíos;nadie hay tan pobre que no pueda compartirla. Ya que “ es por la fe , para que sea por gracia; para que por la promesa sea firme a toda simiente”.

La ultima cláusula del versículo diecisiete merece especial atención. Contiene el secreto de la posibilidad de nuestro éxito en la vida cristiana. Dice que Abrahám creyó a Dios “ el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como las que lo son”.

Eso denota el poder de Dios; implica poder creador. Dios puede llamar algo que no existe como si existiese. Si eso lo lo hiciese un hombre ¿ como lo calificaríamos? Como una mentira. Si un hombre dice cosas que no existen, siendo que no es así, a eso lo conocemos como mentira. Pero dios no puede mentir. Por lo tanto, cuando Dios llama las cosas que no son como si fueran, es evidente que con ello las hace ser. Es decir su palabra las hace venir a la existencia. Hay un conocimiento y dicho infantil: “si mamá lo dice, es así, aunque no lo fuese”. Tal sucede con Dios. En el tiempo referido como “en el principio”- sin mas escenario que el desolador vacío de la nada -, Dios habló, e instantáneamente surgió a la existencia los mundos. “Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todos el ejercito de ellos por el espíritu de su boca...

Porque el dijo, y fue echo; mando, y existió”(Salmos 33:6-9).Ese es el poder al que alude Romanos 4:17 . Leámoslo y apreciamos la fuerza del lenguaje en relación en relación con lo expresado. Hablando todavía de Abraham, dice el apóstol:

“El creyó en esperanza contra esperanza, para venir a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que le había sido dicho: Así sera tu simiente. Y no se enflaqueció en la fe, ni considero su cuerpo ya muerto (siendo ya de casi cien años), ni la matriz muerta de Sara; Tampoco en la promesa de Dios dudó con desconfianza , antes fue esforzado en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que todo lo que había prometido era también poderoso para hacerlo. Por lo cual también le fue atribuido a justicia” Romanos 4:18-22.

Aprendemos aquí que la fe de Abraham en Dios, como Aquel que era capas de traer las cosas a la existencia por su palabra, fue ejercida en relación con su capacidad para crear justicia en una persona destituida de ella. Los que ven la prueba del la fe Abraham como refiriéndose simplemente el nacimiento de Isaac, pierden la enseñanza central y la belleza del pasaje sagrado. Isaac no era mas que aquel a través del cual le seria llamado simiente, y esa simiente es Cristo. Véase Gálatas 3:16. Cuando Dios dijo a Abraham que en su simiente serian benditas todas las naciones de la tierra, en realidad le estaba predicando el evangelio (gálatas 3:8);por lo tanto, la fe de Abraham en la promesa de Dios era realmente fe en Cristo como salador de los pecadores. Tal era la fe que le fue contada por justicia.

Obsérvese ahora la fuerza de esa fe. Su propio cuerpo ya estaba virtualmente muerto a causa de la edad, y el de Sara no estaba en mejor condición. El nacimiento de Isaac de una pareja tal, no significa menos que producir vida a partir de los muertos. Fue un símbolo del poder de Dios para traer a la vida espiritual a quienes estaban muertos en transgresiones y pecado. Abraham espero con toda esperanza. Humanamente hablando, no había posibilidad alguna de que la promesa se cumpliese; todo iba en contra, pero su fe se aferro y reposó en la inmutable palabra de Dios, y en su poder para crear y dar la vida. “Por lo cual también le fue atribuido en justicia”. Y en suma:

“ No solamente por el fue escrito que le haya sido imputado; sino También por nosotros, a quien sera imputado, esto es a lo que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús Señor nuestro, el cual fue entregado por nuestros delitos, y resucitado para nuestra justificación” (Romanos 4: 23-25).

Así pues, la fe de Abraham fue lo que debe se la nuestra, y con similar objeto. El hecho de que sea por la fe en la muerte y resurrección de Cristo, que se nos imputa la misma justicia que se le imputó a Abraham , muestra que la fe de Abraham lo fue igualmente en la muerte y resurrección de Cristo. Todas las promesas de Dios Abraham lo era para nosotros, tanto como para él. En un lugar se nos dice que eran especialmente para nuestro provecho. “Porque prometiendo Dios a Abraham, no pudiendo jurar por otro mayor, juro por si mismo”. “por lo cual, Dios queriendo mostrar más abundante a los herederos de la promesa y la inmutabilidad de su consejo interpuso juramento; para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo, los que nos acogemos a trabarnos de la esperanza propuesta” (hebreos 6:13,17,18).Nuestra esperanza descansa por lo tanto, en la promesa y juramento hechos a Abraham, ya que tal promesa, confirmada por un juramento, contiene todas las bendiciones que Dios puede otorgar al hombre.

Pero antes de pasar a otro punto, vamos a hacer lo anterior un poco más personal. Alma vacilante, no digas que tus pecados son tanto, y tú tan débil, que no hay para ti esperanza. Cristo vino para salvar a los perdidos, y es poderoso para salvar hasta lo sumo a los que por Él se allegan a Dios. Eres débil, pero te dice, “mi potencia en la flaqueza se perfecciona” (2 corintios 12:9 ). Y el registro inspirando nos habla de aquellos que “sacaron fuerza de la debilidad” (hebreos 11:34) significa que dios tomó la debilidad misma de ellos y la transformó en fortaleza. Demuestra de ese modo su poder. Es su forma de obrar. “Antes los necios del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es: Para que ninguna carne se jacte en su presencia” ( corintios 1:27-29)

Ten la fe sencilla de Abraham. ¿De qué manera obtuvo la justicia? No considerando lo mortecino o falto de fuerza que estaba su cuerpo, son estado dispuesto a dar a Dios toda gloria. Siendo esforzado en la fe de que El seria capas de hacer todas las cosas a partir de lo que era. Tú, por lo tanto, no consideres la debilidad de tu cuerpo, sino la gracia y el poder de nuestro señor, teniendo la seguridad de que la misma palabra capas de crear el universo, y de resucitar los muertos, puede crear en ti un corazón limpio, y vivificante en Dios. Seras así hijo de Abraham. Hijo de Dios por la fe en Cristo Jesús.


martes, 24 de mayo de 2011

Fortalecidos en el hombre interior

"Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu;" 

Efesios 3:14-16

"El manso de espíritu, el que es más puro y más semejante a un niño, será fortalecido para la batalla con poder por medio del Espíritu de Dios en el hombre interior.  Quien percibe su debilidad y lucha con Dios como lo hizo Jacob, y como este siervo de antaño clama: "no te dejaré si no me bendices", avanzará con una renovada unción del Espíritu Santo.  La atmósfera del cielo lo rodeará.  Andará haciendo bienes.  Su influencia será positiva en favor de la religión de Cristo. . ." (Alza tus ojos 1 de febrero)

"Así es con el alma.  El corazón puede ser cuidadosamente guardado y protegido.  "Porque ¿que aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?" (Marcos 8: 36-37).  Cristo debe morar en el corazón por medio de la fe.  Su Palabra es el pan de vida y el agua de salvación.  La confianza en su plenitud nos viene por medio de la comunión constante con Dios.  Al comer la carne y beber la sangre de Cristo obtenemos fortaleza espiritual.  Cristo provee la sangre dadora de vida del corazón, y Cristo y el Espíritu Santo dan poder a los nervios.  El alma, engendrada de nuevo en una nueva esperanza es imbuida con el poder vivificador de una nueva naturaleza, queda capacitada para elevarse cada vez a mayor altura." (Ministerio de Curación página 595)

"Los que son hechos nuevas criaturas en Cristo Jesús manifiestan los frutos del Espíritu:  "amor, gozo, paz, longanimidad, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza". (Gálatas 5: 22, 23) Ya no se conforman por más tiempo con las concupiscencias anteriores, sino que por la fe del Hijo de Dios siguen sus pisadas, reflejan su carácter y se purifican a sí mismos así como él es puro. Aman ahora las cosas que en un tiempo aborrecían y aborrecen las cosas que en otro tiempo amaban. El que era orgulloso y dominante, ahora es manso y humilde de corazón. El que antes era vano y altanero, ahora es serio y discreto. El que antes era borracho, ahora es sobrio y el que era libertino, puro. Han dejado las costumbres y modas vanas del mundo. Los cristianos no buscan "el adorno exterior", sino que "sea adornado el hombre interior del corazón, con la ropa imperecedera de un espíritu manso y sosegado" (1 S. Pedro 3: 3, 4)." (El Camino a Cristo página 58)

"Los que no se conforman con escuchar las palabras de Cristo, sino que las ponen en práctica, ponen de manifiesto el carácter de la operación del Espíritu Santo.  El resultado de la operación interna del Espíritu de Dios se revela en la conducta exterior.  La vida del cristiano está escondida con Cristo en Dios, y el Señor reconoce a los que son suyos al declarar: "Vosotros sois mis testigos".  Ellos testifican de que el poder divino actúa sobre sus corazones y modela su conducta.  Sus obras revelan que el Espíritu influye sobre el hombre interior; los que se asocian con ellos se convencen de que han elegido a Jesucristo como su modelo.-Review and Herald, 12 de mayo, 1896." 

"Para el corazón que llega a purificarse, todo cambia.  La transformación del carácter es para el mundo el testimonio de que Cristo mora en el creyente.  Al sujetar los pensamientos y deseos a la voluntad de Cristo, el Espíritu de Dios produce nueva vida en el hombre y el hombre interior queda renovado a la imagen de Dios.  Hombres y mujeres débiles y errantes demuestran al mundo que el poder redentor de la gracia puede desarrollar el carácter deficiente en forma simétrica, para hacerle llevar abundantes frutos." (Exaltad a Jesús 29 de Septiembre)

"Cristo, su pureza, y sus incomparables encantos deben constituirse en el motivo de contemplación del alma. Hay poder espiritual disponible para todos; pueden tenerlo si lo desean, para resistir la tentación, cumplir con sus deberes y para que su alma mantenga firme su integridad.  Los que sientan necesidad de ser fortalecidos por el poder del Espíritu de Dios que obra en el hombre interior, no perderán su integridad.  Además, la oración ferviente y la vigilancia los conducirá a través de las tentaciones. Tenemos que permanecer unidos a Cristo por medio de una fe viviente.
(Testimonios sobre la conducta sexual, divorcio página 100)

sábado, 21 de mayo de 2011

Creación o evolución ¿cuál de las dos?


Muchas personas creen en que todos los seres humanos no fueron creados por un Dios  confirman que fuimos evolucionando. ¿Pero vamos a leer en qué consiste la evolución; y vamos a poder sacar nuestra propia conclusión si somos o no evolucionista.
“La evolución es la teoría que representa el devenir del mundo como una transición gradual desde lo indeterminado hacia lo determinado, desde lo uniforme a lo variado, y que asume que la causa de esos procesos es inherente al propio mundo que es objeto de la transformación.”
“Evolución es, pues, sinónimo de progreso. Es una transición desde lo inferior a lo superior, de lo peor a lo mejor. Tal progreso apunta a un valor añadido en la existencia, tal como reconocen nuestros sentimientos”.
  Ahora apropósito de ese asunto del progreso desde lo peor a lo mejor, ¿tiene algo que ver tus sentimientos? Si es así, ¿qué eres en realidad? Cualquiera de los que aquí reunidos mira su progreso el valor de su experiencia por sus SENTIMIENTOS, es evolucionista: no importa si ha sido adventista por cuarenta años, no deja de ser evolucionista. Su religión, su cristianismo, es una profesión desprovista de la sustancia, la forma sin el poder.
Tal es la evolución, según la definición de sus inventores, que el mundo, con todo lo que en él hay, vino por sí mismo; y que el principio que lo llevó en la situación que ahora está, es inherente a sí mismo todo cuanto el mundo es. De manera que, evidentemente, “la evolución es directamente antagonista de la creación”.
Cierto que por lo que respecta al mundo y todo cuanto en él hay, no crees que viniese por sí mismo. Sabes que no eres evolucionista hasta ese punto; crees que Dios creó todas las cosas. Todos cuantos estamos hoy aquí reunidos diríamos que Dios CREÓ todas las cosas, el mundo y todo lo que hay en él.la evolución no admita tal cosa: no deja lugar a la creación. 
Seas tú uno de ellos o no, lo cierto es que abundan, incluso entre los adventistas no tanto como antaño ¡gracias a Dios! Quienes creen que necesitamos a Dios para el perdón de nuestros pecados, INICIÁNDONOS de esa manera en el camino; pero posteriormente, debemos obrar NUESTRA PROPIA salvación con temor y temblor. De acuerdo con eso, temen y tiemblan todo el tiempo; pero no obran ninguna salvación, ya que no tienen a Dios constantemente obrando en ellos, “así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Fil 2: 12,13).
Se nos dice en Hebreos 11:13 que por la fe entendemos que los mundos fueron FORMADOS [construidos, hechos] POR LA PALABRA DE DIOS, de modo que lo que vemos no fue hecho a partir de lo visible (King James). La tierra que conocemos no fue hecha a partir  de rocas; el hombre no fue hecho a partir de monos, antropoides ni “eslabones perdidos”. Los monos no fueron hechos a partir de renacuajos, ni los renacuajos de protoplasma, en aquel remoto principio. No, “los mundos fueron formados por la palabra de Dios, de modo que lo que vemos no fue hecho a partir de lo visible”
Cuando Dios, pronunciado la palabra, hubo creado los mundos, dijo en relación con el nuestro, “Sea la luz”. ¿Cuánto tiempo pasó desde la emisión de las palabras “Sea la luz”, y la aparición de la luz? Quiero recalcar esto a fin de que podáis averiguar si sois evolucionistas o creacionistas. Permitidme repetir la pregunta, ¿no hubo seis largos periodos de tiempo entre la emisión de la palabra y el cumplimiento de hecho? Decís que no. ¿No pasó una semana?-NO. ¿No pasó un Día?-NO. ¿Ni siquiera una hora?-NO. ¿Y un minuto?- Tampoco. ¿Quizá un segundo?-NO, ciertamente. No pasó ni un segundo entre el momento en que Dios pronunció las palabras “Sea la luz”, y la existencia, de esa luz. [Voz: “Tan pronto como se pronunció la palabra, fue  la luz”]. Efectivamente, así es como sucedió. He presentado ese punto con detenimiento a fin de que quede bien fijado en vuestra mente, por temor a que lo olvidéis, cuando más adelante os haga alguna pregunta relacionada con ello. Así pues, ¿queda claro que cuando Dios dijo “Sea la luz”, no pasó ni un segundo entre eso y el momento en el que la luz brilló? [Voz: Sí]. Muy bien. Entonces, aquel que admite  que transcurrió cualquier cantidad de tiempo éntrela declaración de Dios y la aparición de la cosa, es un evolucionista. Si son edades sin fin, se trata simplemente de alguien más evolucionista que el que piensa que tardó un día: es lo mismo, sólo que en mayor cantidad.
Dios dijo a continuación, “Haya expansión…” “y fue así”. Luego, “dijo Dios: Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, descúbrase la seca: y fue así”. Cada vez que Dios habló, fue así. Eso es la creación.
 Veis, pues, que para un evolucionista es perfectamente lógico y razonable el despreciar la palabra de Dios, y no ejercer fe en ella; eso es debido a que la evolución es lo contrario a la creación. Si la evolución es antagonista de la creación, y la creación es por la palabra de Dios, entonces la evolución es contraria a la palabra de Dios. Por supuesto, el evolucionista genuino y declarado no tiene ningún lugar para esa palabra, ni tampoco para los semi- evolucionista, - aquellos que evocan la creación y la palabra de Dios a modo de iniciación. La evolución necesita tanto tiempo, un periodo tan indefinido e indeterminado para conseguir lo que sea, que descarta la creación.
A menos, que reconozcamos diariamente la palabra de Dios como una energía creadora en tu vida, tu observancia del sábado es un fraude; ya que el sábado es un memorial de la creación. Es una “señal entre mi y vosotros, para que SEPÁIS  que yo soy Jehová vuestro Dios”, el Creador de todas las cosas.
Si al principio os ha parecido que era un tema más bien extraño para una ocasión como ésta [se trata de la clausura de una semana de oración], podéis ahora ver que es pura verdad para hoy. Sólo hay dos caminos. No existe el terreno neutral. Todo hombre y mujer en el mundo, o bien creacionista, o bien evolucionista. La evolución es infidelidad, es muerte. La creación es cristianismo, es vida. Escoge la creación, el cristianismo y la vida, para que puedas vivir. Adhirámonos a la creación solamente, y por siempre. Y que todos puedan decir “Amén” .

Suscribase via email

Ingresa aquí tu email:

Delivered by FeedBurner

CONFIRMACIÓN REQUERIDA:
una vez ingresado su email, le llegará de manera automática e instantanea un correo a la dirección colocada. Es necesario que confirme haciendo click en el link (de color azul). Si no lo recibió, revise la bandeja de correo no deseado (SPAM). ¡Muchas Gracias!